jueves, 14 de octubre de 2010

Territorio

Miguel Angel Foronda Calle

Por lo general, suele minimizarse el alcance que tiene la palabra territorio, particularmente en áreas como la del derecho. En el contexto que se está gestando en Latinoamérica, este tipo de lecturas, solamente permiten tener una mirada de caballo cochero, ello puede obstaculizar comprender los escenarios interculturales y de reestructuración del poder estatal que se están promoviendo.

Hablar del concepto propuesto, puede llevarnos a establecer relaciones, por ejemplo: con una porción de tierra, de propiedad, espacios que pueden o no estar habitados, en fin. Gráficamente se puede decir que muchas personas creen que hablar de territorio implica imaginarse un mapa lleno de nomenclaturas y figuras que muestren escalas, localizaciones, leyendas, etc. Lo que se pretende, en las siguientes líneas es hacer un primer ejercicio para dar otra visión de lo que es el territorio, particularmente analizando la visión que asume el derecho. De esta manera, el señalar que es un primer ejercicio, compromete, desde ya, en pensar en una segunda parte para el desarrollo de este término.

LA VISIÓN JURÍDICA DE TERRITORIO.

El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, señala que la palabra territorio proviene del latín territorium, otra fuente etimológica habla de terra que traducida significa tierra. Este primer acercamiento muestra una identificación del concepto analizado con una noción geográfica como es tierra, entendiendo a esta como parte superficial del planeta.

Ahora bien, se puede advertir que desde el derecho se han extremado esfuerzos para ratificar aquello que se ha aseverando, puesto que se establece un vínculo indiscutible entre territorio y espacio geográfico. Lo anterior se evidencia ya que la idea de territorio es vinculada con el Estado al señalarse que es parte material del mismo; paralelamente se establecen relaciones con el tema de dominio estatal, que en términos generales es el derecho que posee el aparato estatal para disponer de sus bienes muebles como inmuebles. El territorio, en este contexto, es considerado como bien inmueble, que se manifiesta en cuatro esferas como son: i) suelo, ii) subsuelo, iii) aire y iv) aguas. Lo anterior ha sido trabajado desde el derecho internacional, administrativo y constitucional de manera permanente y sin dar giros conceptuales de consideración.

De esta manera, la idea de territorio viene asociada a la idea de espacio geográfico, es decir a aquella imagen de aquel mapa donde se identifican límites, en este caso del Estado.

AÑADIENDO EL INGREDIENTE ESENCIAL

Ahora bien, ¿qué es lo que debe incorporarse a esta lectura que se ha acusado de minimizadora? Para dar esa respuesta partamos por afirmar que todo lo que es considerado como realidad, como verdades, son productos construidos por el ser humano, y entonces si esto es así ¿por qué debe dejarse a este de lado? Las nociones jurídicas de territorio en ningún momento incorporan al ser humano y los entramados de los cuales forma parte, este es un primer foco de conflicto puesto que muchas veces la gestación de normativa y políticas públicas se sustentan en esta concepción reducida.

Lo que se está diciendo es que el territorio no solo es un espacio geográfico. Habrá que tener en cuenta que la mayoría de los espacios geográficos poseen un sistema complejo de actores que tienen diferentes visiones e interpretaciones de la realidad. De esta manera es probable que esta concepción limitada, haya permitido formular acciones que solamente se concentran en un ámbito técnico que pueden obedece a aportes de la geografía o de la doctrina rígida del derecho y que han dejado de lado las necesidades de las personas, pero por sobretodo que han desconocido la forma de ser del humano.

Así, habrá que reflexionar en que los actores no son homogéneos, porque en última instancia son ellos los que escriben la historia en constantes luchas por el poder más aun en el actual contexto donde la diversidad cultural se ha convertido en un punto insoslayable. Estas historias se escriben sobre un papel que se llama espacio geográfico y su interacción genera una esfera llamada territorio. De esta manera se plantea que la noción de territorio se componga de dos elementos esenciales: i) espacio geográfico que posee sus características propias; y ii) un sistema de actores que vive sobre ese espacio y configura entramados que de alguna manera están influidos por lo geográfico.

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