Elaborado por: Abog. Miguel Angel Foronda Calle
Abogado constitucionalista
Foto:Con la convocatoria a elecciones generales lanzada por
el Tribunal Supremo Electoral en días precedentes se ha intensificado el debate
respecto a las posibles candidaturas al cargo de Presidente del Estado. Sin
embargo, ¿en qué queda las candidaturas a la Vicepresidencia?, ¿no es igual de
importante como el Presidente? Es posible, en un Estado que se ha caracterizado
por ser presidencialista y caudillista, que este debate no sea prioritario y
sin embargo no se trata de un cargo menor, u ornamental o utilitario en época
electoral para atraer votos, el perfil del candidato puede avizorar el estilo
de gobierno que a futuro se puede tener y si la historia reciente puede
repetirse.
La Constitución boliviana otorga al cargo de
Vicepresidente una condición, por así decirlo, ambivalente ya que forma parte
tanto del Órgano Ejecutivo (CPE: Art. 165.I) como del Órgano Legislativo (CPE: Art.
153.I). Pero más allá de la pertenencia
institucional es importante poner la mirada a las atribuciones que se le
otorgan (CPE: Art. 174 y 153.I) que son: a) Presidir la Asamblea Legislativa
Plurinacional; b) Coordinar relaciones entre Ejecutivo y Legislativo, pero
además con los gobiernos autónomos; c) Participar en el Consejo de Ministros;
d) Coadyuvar con el Presidente en la dirección de la política general del
gobierno; y e) Participar en la formulación en la política exterior y misiones
diplomáticas. Como puede advertirse nuestra Constitución otorga al Vicepresidente
funciones clave, no solo referentes al nivel central sino en los gobiernos
autónomos, no obstante, es la práctica, la que define su rol verdadero y que
dependerá de su perfil político así como el contexto que tiene mucho que ver
con la composición de bancadas dentro del Legislativo y desde luego la
configuración de los gobiernos subnacionales.
La situación actual, política y constitucionalmente, nos
muestra y enseña la importancia de contar con un vicepresidente cuyo perfil le
permita cumplir con las atribuciones definidas para dicho cargo. En un
escenario en el cual la composición de la Asamblea Legislativa tiene la mayoría
simple o incluso más que ello, las exigencias del cargo pueden flexibilizarse
puesto que la toma de decisiones es menos compleja. En la legislatura 2020 –
2025, ante la división interna del MAS-IPSP, el rol de articulador y negociador
político que debería tener el Vicepresidente ha sido algo fundamental, pero,
lamentablemente ello no se ha logrado y ha tenido como consecuencia empantanamientos
de diversos proyectos de ley siendo los más notorios los que aprueban créditos
y otros aspectos financieros como la Ley del Presupuesto.
Hoy, ante la imposibilidad de concretar el denominado
bloque de unidad y la inminente división del MAS-IPSP es altamente posible vaticinar
que la composición de fuerzas políticas en la Asamblea Legislativa demande un
articulador político que debe ser asumido por el futuro Vicepresidente, de no
ser así es altamente posible que el escenario actual se repita llegando a la
famosa ingobernabilidad. En ese orden de
cosas los postulantes a la Vicepresidencia y quien salga electo deben tener en
cuenta que la configuración de las bancadas políticas requerirá que el titular
del cargo sea una pieza clave ante la urgente necesidad de contar con una coordinación
en la aprobación de leyes que permitan establecer líneas de política pública en
materia económica entre otras, pero no solo eso sino otras tareas de
importancia como la elección de los nuevos Vocales del Tribunal Supremo
Electoral y los Tribunales Electorales Departamentales que debe realizarse
hasta fin de año. La figura del
Vicepresidente, será, sin duda, una pieza clave en el ajedrez político.
En Agosto acudiremos nuevamente a votar y más allá de
la línea política que cada quien pueda tener creo fundamental no solo poner los
ojos a los candidatos de Presidente sino también de Vicepresidente por la
importancia que tendrá dicho cargo en el nuevo período legislativo. Más allá de
las figuras presidenciales, la elección del compañero o compañera de fórmula
revelará las intenciones de cada candidatura: conciliación, continuidad o
confrontación, definirá el estilo de gobierno que se pretende instaurar.
En tiempos inciertos, como los que vivimos, el segundo
a bordo puede marcar la diferencia entre el diálogo y el estancamiento, entre
la negociación y la imposición. Ignorar su figura es, quizás, el mayor error
político de cara a agosto y a un gobierno que regirá un momento fundamental por
cinco años.
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