Por: Abog. Miguel
Angel Foronda Calle
momento.constituyente.bol@gmail.com
Foto:https://www.abi.bo/index.php/noticias/seguridad/37-notas/noticias/sociedad/14891-Asamblea-Legislativa-Plurinacional-instala-primera-sesi%C3%B3n-ordinaria-de-la-gesti%C3%B3n-2021---2022
Teniendo en
cuenta la posibilidad de la realización de un balotaje no hay que perder de
vista la elección de asambleístas puesto que en ese caso no hay posibilidad de
una segunda vuelta por lo cual el domingo se define la composición de la ALP
para los siguientes cinco años. Los resultados que se logren determinarán la
gobernabilidad con la que podrán contar los futuros gobernantes, es decir la
posibilidad de tomar decisiones de manera llana en términos institucionales,
particularmente en temas que requieran el concurso del ente legislativo. Así,
se definirá si el próximo gobierno podrá avanzar con holgura o si, por el
contrario, deberá construir consensos permanentes para cada paso, tarea no
siempre sencilla.
Mayoría absoluta y dos tercios: el lenguaje del poder para
la toma de decisiones y la gobernabilidad.
En una
revisión rápida de la Constitución Política del Estado (CPE) y los Reglamentos
de las cámaras (Diputados y Senadores) se advierte que la toma de decisiones
dentro de la ALP depende esencialmente de dos umbrales claves que son la votación
por mayoría absoluta que representa el 50% más uno de los votos y los dos tercios que aproximadamente
representa el 66% de votos. Que una organización política logré obtener un
número de asambleístas que le otorgue la mayoría absoluta, y con mayor razón
los dos tercios, no es solo un resultado aritmético, sino una posición que
podría otorgar gobernabilidad cómoda al nuevo gobierno y allanar la toma
decisiones en determinadas materias. Lo contrario obligaría a ingresar a una
democracia negociada, donde la capacidad de tender puentes es tan importante
como la aritmética legislativa; en este escenario, ahí, hay que decirlo, el rol
y habilidades del Vicepresidente, según las atribuciones constitucionales que
se le asignan, será determinante.
Un oficialismo
que obtenga mayoría absoluta pero no dos tercios deberá buscar alianzas con la
oposición ya que existen muchas materias que para ser aprobadas requieren de
ese umbral de votación. Por el contrario, un Legislativo con un bloque
oficialista reducido y varias bancadas medianas podría derivar en bloqueos
sistemáticos, prolongadas negociaciones o pactos inesperados e incluso los
famosos “empatanamientos”. En suma la composición de fuerzas políticas en la
Asamblea podría marcar una nueva cultura política, ¿más plural?, ¿más frágil?,
¿más inestable?, ¿más democrática?
El contexto preelectoral: señales de fragmentación
Las
encuestas y análisis previos a esta elección ya advierten que ninguna organización
política que participa de los comicios tiene asegurado un dominio arrollador en
la ALP. Se puede anticipar entonces una Asamblea con bancadas fragmentadas.
Este
escenario abre dos caminos posibles. Por una parte, se tendría un escenario de
bloqueo, donde cada ley importante se convierta en un pulso prolongado. Por
otro lado, un escenario de concertación, donde la pluralidad obligue a
construir agendas compartidas, aunque sea de forma mínima, esto último sería
más posible entre los partidos que se han identificado como de derecha y no así
con los de izquierda que en muchas casos han sido identificados con lo
“nacional popular”.
Algunos
temas importantes que requieren los dos tercios.
Los próximos
asambleístas tendrán una agenda importante que atender donde se deberá tener en
cuenta estos sistemas de votación que permitirán tomar decisiones o
inviabilizar los mismos. Dentro de estas decisiones, se pueden visibilizar
algunas que se encuentran enunciadas en la CPE para la ALP. Se puede hacer
mención, por ejemplo, a aquellas materias que requieren los dos tercios de
votos, entre estas se pueden agrupar en materias referentes a: elección y
designación de autoridades; actos de fiscalización como la censura de ministros
(Art.158.I, num. 18); autorización para juicios de responsabilidad a Presidente
y Vicepresidente del Estado (Art. 184. num. 4), aprobación de leyes (Art.
262.I) y procesos de reforma parcial de la Constitución (Art. 411.II).
La elección
y designación de autoridades, que hace a un tema delicado como es el
institucional, contempla a autoridades como son: Contralor General del Estado
(Art. 214), Defensor del Pueblo (Art. 220), Fiscal General del Estado (Art.
227.I), Objeción al Procurador General del Estado nombrado por el Presidente en
el plazo de 60 días tras su nombramiento (Art. 230.III); Vocales del Tribunal
Supremo Electoral (Art. 158.I., num. 4; Art. 206.III); Preselección de postulantes
al Tribunal Supremo de Justicia, Magistrados del Tribunal Agroambiental,
Consejeros de la Magistratura, Magistrados del Tribunal Constitucional
Plurinacional (Art. 182.II; Art. 188.I;
Art. 194,I; Art. 198 . De todos estos los más urgentes serán los Vocales
Electorales que culminarán su mandato este fin de año y el Contralor que en la
actualidad viene siendo ejercido por una autoridad interina. Además hay que ver
de cubrir las acefalias del Órgano Judicial y el Tribunal Constitucional puesto
que en las pasadas elecciones judiciales de diciembre de 2024 no se eligieron a
todas las autoridades.
Estos son
algunos temas importantes sin olvidar que las Cámaras tienen otras decisiones
también importantes. En cuanto a la aprobación de leyes, por regla, observando
el procedimiento legislativo previsto, las mismas deben ser aprobadas por
mayoría absoluta.
Lecciones del pasado
Ante estos
posibles escenarios es importante considerar la historia parlamentaria del
país. Cuando un solo partido ha controlado dos tercios del Legislativo, la
aprobación de leyes y reformas ha sido rápida y sin necesidad de negociar, pero
a costa de críticas sobre la falta de debate y deliberación; esto es lo que ha
sucedido con el MAS-IPSP en algunas de sus gestiones. Por otro lado,
legislaturas sin mayorías claras han obligado a acuerdos transversales, que en
algunos casos resultaron productivos y en otros se tradujeron en parálisis
política o negociación de espacios de poder, esto último es lo que ha sucedido
con la denominada “mega coalición” a finales del siglo pasado.
La
experiencia histórica muestra que la estabilidad institucional no depende
exclusivamente de los números, sino de la madurez política de los actores para
priorizar el interés común sobre el cálculo partidario. Pero además, un aspecto
que no se puede pasar por alto, más allá del campo institucional que se
encuentra en la ALP y su relación con los otros órganos de gobierno, no hay
que olvidar que existe otro espacio para
la gobernabilidad que es la calle, los actores con capacidad de movilización
que en determinados momentos incluso han logrado la renuncia de presidentes.
Reflexión final: el otro voto decisivo
Este 17 de
agosto, el país no solo elegirá presidente. Elegirá también la correlación de
fuerzas que definirá si el próximo quinquenio será de reformas posibles o de
vetos cruzados.
En tiempos
de fragmentación, la verdadera gobernabilidad se medirá en la capacidad de
dialogar, no de imponer. Por eso, el voto para senadores y diputados tiene un
peso tan decisivo como el que se emitirá para el binomio presidencial.
La
Constitución diseñó el sistema de mayorías para equilibrar poder y control. El
reto ahora será demostrar que ese equilibrio puede sostenerse sin sacrificar la
deliberación democrática que da sentido al Estado Plurinacional.
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